DRAMATURGIA, DIRECCIÓN Y PUESTA EN ESCENA: María Elena Nemi.
ACTUACIONES: Erica Lanzini, Nora Sanabria.
FOTOGRAFÍA Y DISEÑO GRÁFICO: Iván Di Sábato.
ASISTENCIA DE DIRECCIÓN: Agustina Molfesa.

La obra nace a partir de las figuras de Sor Juana Inés de la Cruz y de Juana de Arco. La energía, la fuerza, las pasiones de estas mujeres se constituyen en símbolos que estructuran la obra. Son dos mujeres en debate en torno a la libertad, cuyos temores y deseos atraviesan sus conciencias y también sus cuerpos. Palabras que se dicen o se callan. Palabras que se escriben con fuego, en la piel, para que no puedan ser borradas. Palabras que quieren salir y que quieren ser escondidas.

Los personajes Juana y Otra se mueven en un espacio de encierro y ahogo intensificado por la amenaza de El Preguntador, un personaje siniestro que las acecha y las somete a la negación de la palabra, más aún a la anulación de la palabra poética. Juana es dueña de una fuerza interior, una energía que por momentos le es imposible controlar y que la lleva a

arriesgar y desafiar por encima de sus miedos. Siente que el éxtasis que le produce escuchar una y otra vez aquellas voces que la animan y la fortalecen va a ser señalado, cuestionado, censurado. Una Juana en la que convergen la fortaleza, la decisión y el coraje de Juana de Arco y el amor por las letras, los poemas, la aguda inteligencia y la exquisita sensibilidad de sor Juana Inés de la Cruz.

Otra se desliza en la tensión entre el deber y el ser, entre la razón y la emoción, entre el equilibrio y el impulso. Se escurre allí donde Juana se permite desear para instalar el temor. Un temor que no es sino el de no atreverse a desear. ¿Quién reprime sus deseos? ¿Quién le señala qué está bien y qué está mal? ¿Quién le arroja la culpa de saberse libre? Quién sino ella misma que prefiere callar, que no le teme a las palabras pero las prefiere inertes.